¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí pecador!:

Lucas 18:13-14

Introducción:

  1. De esta historia podemos aprender que el propósito principalde la parábolaerapara reprendery someterel espíritu dejusticia propia. Otro propósito,sin dudaera revivirel espíritude los quebrantadosy alentarala esperanza enla misericordia deDios.Laaprobación de Dios,es lo que el fariseo y el publicano tantobuscaban. Los dos de dirigieron a Dios en oración, uno decía: «Dios, te doy gracias, pero no por gratitud», y el otro, «Dios, ten misericordia de mí, había remordimiento pero no desesperación». Uno esperaba que Dios aprobara la buena opinión que tenia de sí mismo, y el otro suplicaba a Dios que tuviera misericordia de él, porque era pecador.
  2. Aprendemos de estos dosadoradores,que es necesariocon el fin deagradar a Dios, ser sincero yhumilde, pero no podemosinferirque somos salvospornuestra sinceridad,ohumildad. No somos salvospor estasvirtudes, menos por elderroche denuestra bondad, sino por lagracia gratuita deDios. ¿CUÁNDOoramos conhumildad? La oración humilde sólo puede proceder de un corazón humilde. Necesitamos aprender esto del publicano. Es cuando reconocemos la majestad infinita de Dios y nuestra propia miseria.

 

I: Lo que el publicano pidió era misericordia.   

 

  1. V. 13; «Dios, ten compasión (sé propicio) de mí».
  2. ¿Se ha preguntado usted alguna vez quéesmisericordia?
  3. Es abstenerse de hacer daño o castigar a los ofensores, amabilidad en exceso de lo que puede ser esperado o exigido por la justicia, tolerancia y compasión.
  4. La disposición de perdonar una culpa, es ser bueno, propicio; ser propicio es estar dispuesto a cubrir los pecados, o las iniquidades; Rom. 4:7.
  5. Ser compasivo, dar alivio del sufrimiento; Mateo 18:26-27.
  6. Afortunado de recibirla, ser agradecidos porque es una bendición.
  7. Misericordia consiste en la actitud de Dios hacia el hombre. Es una expresión de su amor por la humanidad. Incluye piedad, la compasión, la dulzura y la paciencia. Esto es lo que el publicano vino al templo a buscar porque es lo que tanto necesitaba.
  8. V. 13; «Dios, ten compasión (sé propicio) de mí pecador».
  9. ¡Cuán refrescante y distinta es la oración del cobrador de impuestos! Quizás no se ha acercado a la puerta del templo por años. No vino ahora para ser visto, está en peligro, necesita ayuda. Tiene que acudir a Dios, pero no está seguro de que Dios le oirá.
  10. Se para a lo lejos del altar, con su cabeza agachada entre sus hombros. Ni pone la vista al cielo. En su angustia y tristeza, golpea su pecho. ¿Qué puede decir? ¿Cómo puede comenzar a expresar el sentimiento dentro de su alma?
  11. Finalmente implora: “Dios, sé propicio a mí, pecador”. Se considera el peor de los pecadores, el pecador de los pecadores. Su oración no fue larga, solamente unas seis palabras que eran expresivas, pero eran totalmente sinceras.
  12. Expresó su arrepentimiento y su humildad en lo que hizo, y su gesto, cuando se dirigió sus devociones, fue expresivo con gran seriedad y humildad, y la actitud apropiada de un corazón roto, arrepentido y obediente.
  13. Esta agobiado y avergonzado porque sus pecados eran muchos. Dice en Sal. 40:11-12; “Tú oh SEÑOR, no retengas tu compasión de mí; tu misericordia y tu fidelidad me guarden continuamente, porque me rodean males sin número; mis iniquidades me han alcanzado, y no puedo ver; son más numerosas que los cabellos de mi cabeza, y el corazón me falla”.
  14. Él publicano vino como un mendigo a pedir una limosna cuando está a punto de perecer de hambre. Probablemente repitió esta oración con renovados afectos, hizo una confesión de sus pecados, mencionó la misericordia que quería y necesitaba de Dios. Profundamente consciente de la presencia de Dios, se aferra de Dios en oración, y con fervor e intensidad, suplica a Dios que sea bueno con él. Tiene hambre y sed de la más grande bendición, saber que la ira de Dios ha sido quitada y obtener su favor y de las profundidades mismas de su ser clama: “Oh Dios, ten misericordia de mí, el pecador”. Reconocía lo enorme y horrible de sus pecados; Isa. 64:7.
  15. La respuesta divina a su oración.
  16. V. 14; “Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro”.
  17.    Una oración subió como incienso delante de Dios, la del publicano; la otra como un viento frío invernal que volvió a la cara del que la ofreció, el fariseo. En el templo, en la presencia de Dios, el fariseo se había presentado, y así salió sin ayuda y sin bendición. Volvió a casa con el mismo corazón muerto que tenía antes. Al día siguiente, probablemente se encontrara una vez más en el templo orando consigo mismo, alabándose a sí mismo, y condenándose a sí mismo.
  18.   El publicano había subido al templo porque le era necesario, las cosas no estaban bien en su vida, y quería rectificarlas. Vino a establecer una relación buena con Dios, y según Jesús, esa relación fue establecida. Volvió a casa aliviado, perdonado, limpio. Había orado igual a Esdras: “Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo” Esdras 9:6.
  19. V. 14;porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado”.
  20. La oración del fariseo no contenía ninguna petición, y no recibió ninguna bendición, no oró con un corazón humilde. No se vio a sí mismo como Dios lo veía, sólo dio gracias a Dios que no es como los otros hombres. A el Dios no lo acepto; Vs. 11-12.
  21. La oración del publicano que corta fue, qué sincera y humilde fue su actitud. Él sentía una gran necesidad y recibió la bendición. ¡Qué carga fue levantada de su alma, había sido justificado, aceptado o aprobado de Dios! La palabra justificar significa declarar o tratar como justo. En este caso, esto significa que en la oración se aprobó uno y el otro no, uno se fue a su casa con el favor de Dios en respuesta a sus peticiones, el otro no; V. 14.

 

Conclusión:

  1. Elpublicanonos ofreceun ejemplodigno de ser imitado, en suprofundo sentidode la santidaddivina. En suaflicciónpor el pecado.En su confesiónabierta y librede laindignidad, y en susúplica; “Dios, sé propicio a mí, pecador”.
  2. Seamos conscientes de los requerimientos de la misericordia. Para encontrar y recibir la misericordia de Dios, tenemos que cumplir su palabra; Sal. 25:10. Debemos confesar y abandonar el pecado; Sal. 51:1; Prov. 28:13. Tenemos que llamar a Dios; Sal. 86:5-6. Y sentir remordimiento, o pesar para arrepentirnos de nuestros pecados; Lucas 18:13; Hechos 2:37-38.
  3. ¿Cómo ora usted a Dios? ¿Acaso como el fariseo que cree que no necesita la misericordia de Dios porque es usted muy buena persona? ¿Ora a Dios porque reconoce que es pecador? ¿No siente pesar, o remordimiento alguno porque sabe que le ha faltado a Dios? Necesitamos entender la verdad que dijo el apóstol Juan en 1 Juan 1:8-10. Venir y buscar a Dios y humildemente reconocer lo que somos, y como el publicano decir; “Dios, sé propicio a mí, pecador”. Venga y obedezca a Dios si no la ha hecho, es mi oración que encuentre lo que necesita, el favor de Dios.

    Por: Juan Antonio Salazar.

 

 

 

 

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