“Dos cosas te he demandado; No me las niegues antes que muera: 8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario; 9 No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios.” Proverbios 30:7-9.
Hay cosas que están puestas en extremos como la riqueza y pobreza. Pero hay cosas que necesitan su contraparte para estar en equilibrio, por ejemplo:
La fe se equilibra con las obras. Pero son las obras creadas por Dios.
El trabajo con el descanso. La vida no solo puede ser trabajar y trabajar.
La juventud se compensa con la experiencia del anciano. Hasta hay dicho que dice: Cuanto diera el joven por tener la sabiduría del viejo pero cuando diera el viejo por tener la fuerza del joven.
Volvamos pues a nuestro proverbio:
Muchos al estar en pobreza extrema caen en la tentación de robar para poder alimentar a su familia, olvidando así la enseñanza del Señor: “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.” Efesios 4:28.
Y muchos cuando están en riqueza se olvidan de Dios. Por eso Dios atreves de Moisés les hizo esta advertencia: “Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; 12no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, 13y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; 14y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; 15que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; 16que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; 17y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. 18Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. 19Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis. 20Como las naciones que Jehová destruirá delante de vosotros, así pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz de Jehová vuestro Dios.” Deuteronomio 8:11-20.
¿Cuál es el equilibrio pues entre riqueza y pobreza?
Es el contentamiento:
El apóstol Pablo así lo había aprendido: “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.” Filipenses 4:11.
Así se lo enseño a Timoteo: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento;” 1 Timoteo 6:6; “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.” 1 Timoteo 6:8.
También el escritor de los Hebreos así lo enseño: “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré;” Hebreos 13:5.
Creo que las mejores palabras la expreso el Espíritu Santo a los Filipenses por medio del apóstol Pablo: “Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Filipenses 4:12-13.
Aprendamos a confiar en nuestro Dios cualquiera que sea nuestra situación.