En Juan 6:68, Pedro hace la pregunta, “Señor, ¿a quién iremos?” Esta es una pregunta importante la cual toda persona responsable debe responder. La respuesta debe ser dada en cada acto de la vida y no mera y únicamente en palabras. Muchos que declaran amar a Jesús necesitan examinarse a sí mismos mientras haya tiempo.
Considere lo Siguiente:
- Todos necesitamos buscar ayuda. No hay personas que no necesitan y buscan ayuda cuando la necesidad se presenta. Cuando la información financiera es necesitada buscamos a uno que pueda suplir nuestra necesidad. Cuando nos enfermamos, buscamos a un médico para que nos ayude. En materias legales, acudimos a un abogado. Realmente, no hay una persona que no busque ayuda en el momento de la necesidad.
- En la preparación para la eternidad, todos debemos buscar ayuda. Ningún hombre está en capacidad de encontrar su propio camino de vida en la tierra para la eternidad en el cielo. El profeta hace esto claro para todos al decir “el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jer. 10:23). Todo hombre, no importando quién, qué o dónde está, necesita ayuda para entrar y vivir en la presencia de Dios y Cristo en la eternidad.
- ¿A quién ira la gente en preparación para la eternidad? Da tristeza decirlo, pero la mayoría va al lugar equivocado (Mat. 7:13-14). El rico va a su dinero y se satisface (Luc. 12:17-19). Algunos llaman a sus padres (Mat. 3:9). Otros escucharán a falsos maestros (2 Tim. 4:1-2). Algunos van a su propia concupiscencia y razonamiento (2 Ped. 3:1-4), mientras otros buscarán el camino de la mayoría para ser populares (Mat. 27:22-24). Algunos van a sus propios sentimientos, opiniones, pensamientos y conciencia (Hch. 23:1; 26:9). Es evidente que estos no son lugares de suficiente ayuda y muchos aún cometen un error al dirigirse a ellos.
- ¿A quién iremos? La respuesta es — ¡Jesús! Y las razones son muchas. Pedro dice en el pasaje, que Jesús tiene “palabras de vida eterna.” El es el camino a nuestro Padre (Juan 14:6). El tiene “toda la autoridad” (Mat. 28:18). Las palabras de Jesús nos juzgarán (Juan 12:48). Pedro habló la verdad, diciendo de Jesús, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Juan 6:69). Debemos ir a Jesús, porque ningún otro puede satisfacer nuestra necesidad más grande, la salvación eterna. Esta respuesta es contestada por todos. Es contestada todos los días en diferentes formas. Todos deberían examinarse a sí mismos para la respuesta que vayan a dar (2 Cor. 13:5). Uno que va a Jesús debe olvidarse de sí mismo (Mat. 16:26). Debe perder su interés en las posesiones (Luc. 12:15) y volverse de los placeres del pecado (Heb. 11:25). Debe poner a Dios, Cristo, la iglesia, y todos los temas espirituales primero antes que todo lo demás (Mat. 6:33).
Conclusión: “¿A quién iremos?” El todo del hombres es “temer a Dios y guardar Sus mandamientos” (Ecles. 12:13). La respuesta que demos a la pregunta determinará el lugar eterno de nuestras almas. Dejemos que cada uno se responda sabiamente cada día de su vida en cada tema, que el cielo puede ser su casa.