La lectura y meditación de la Palabra de Dios para aplicarla en nuestra vida es algo que debemos de hacerlo siempre. Las historias que nuestro Dios nos conservo en el Antiguo Testamento contienen excelentes enseñanzas para todos nosotros, como lo expresa el apóstol Pablo en la carta a los Romanos: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.” Romanos 15:4. Por medio de esas escrituras nuestro Dios nos enseña a ser pacientes y en los momentos tristes nos consuelan y estas dos bendiciones nos llevan a tener esperanza.
Todos conocemos la historia de José hijo de Jacob y como Dios estuvo a su lado. El murió tal como había vivido, confiando plenamente en Dios: “Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob. E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos. Y murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un ataúd en Egipto.” Genesis 50:24-26.
El creyó con todo su corazón en las promesas de Dios: “Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.” Hebreos 11:22.
Muchos después cuando el pueblo va a salir de la esclavitud de Egipto, Moisés saco los restos de José: “Tomó también consigo Moisés los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros.” Éxodo 13:19. Nos debe dar mucho gozo el saber que en la emoción de la libertad y abandonar el lugar donde estuvieron esclavizados por 400 años no olvidaron los huesos de José.
Todavía tuvieron que esperar 40 años más los huesos de José hasta llegar a Siquem, donde Josué los sepulto: “Y enterraron en Siquem los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien piezas de dinero; y fue posesión de los hijos de José.” Josué 24:32.
Vivamos plenamente confiados en el cuidado de nuestro Dios. Y creamos con todo nuestro corazón en las promesas que nos ha dado nuestro Dios.