HEBREOS 2:1-4
Introducción: El día que decidimos obedecer el evangelio fue la decisión más importante de nuestra vida.
Ahora nos toca como cristianos a permanecer fieles y no dejar que nada nos desanime.
Pero siempre existe un peligro y por eso el escritor de Hebreos advirtió a sus lectores a no descuidar nuestra salvación, veamos:
Hebreos 2:1-4: “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.”
- ¿Cómo podríamos DESCUIDAR nuestra salvación?:
- Descuidando la lectura diaria de la Palabra de Dios: Juan 8:31-31; Hebreos 5:11-14.
- Descuidando las oraciones diaria: Efesios 6:18; Hebreos 5:7; Hebreos 13:18.
- Descuidando las reuniones: Hebreos 10:23-25.
- Si descuidamos estas cosas existe el peligro de deslizarnos. Y que el pecado endurezca nuestro corazón: Hebreos 3:12-13.
- ¿Cómo podemos CUIDAR nuestra salvación?:
- Poniendo más diligencia a las cosas que hemos oído: Hebreos 2:1; Romanos 12:15; 2 Timoteo 2:15.
- Mostrando la misma solicitud del principio: Hebreos 6:11-12.
- Manteniendo nuestra confianza en Dios: Hebreos 10:35-39.
- Despojándonos de todo pecado: Hebreos 12:1.
- Poniendo nuestra mirada en Jesús: Hebreos 12:2.
CONCLUSION: No descuidemos los tres GRANDE de Hebreos:
- ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan GRANDE? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron: Hebreos 2:1.
- No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene GRANDE galardón: Hebreos 10:35.
- Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan GRANDE nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,: Hebreos 12:1.