“Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo, endemoniado. 33Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y la gente se maravillaba, y decía: Nunca se ha visto cosa semejante en Israel. 34Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.” Mateo 9:32-34.
Mientras aquéllos salían puede referirse a los dos ciegos recién sanados. Si esta suposición es correcta, entonces la primera persona que vieron los ciegos curados, aparte de Jesús, sería otro necesitado esperando su turno para recibir el toque de gracia del Señor.
Un hombre mudo endemoniado describe la condición desesperante de este pobre hombre. Cuando Jesús expulsó el demonio, inmediatamente el hombre habló, indicando que su impotencia para hablar era causada por la influencia demoníaca. Observamos aquí un fenómeno mencionado varias veces en las Escrituras. Los demonios pueden controlar los miembros y sentidos del cuerpo humano. En este caso, controlaba el oído de modo que no oía y como resultado no hablaba. El término “mudo” significa “cortar”. En efecto su oído y su habla fueron cortados, anulados. Cuando Jesús eliminó la causa —expulsó el demonio— el hombre recuperó la función normal de sus miembros y sentidos.
Cuando leemos los 4 libros que nos hablan del ministerio del Señor encontramos las palabras: Los echo fuera con su palabra; les ordeno salir, los reprendió y salieron. Y así debemos de hablar nosotros. De igual forma los apóstoles mostraron su poder sobre los demonios.
Se destaca el contraste entre la reacción de la multitud —asombrados y maravillados, con sentido positivo— y la de los fariseos: actitud cínica. Al no poder negar un milagro tan visible y objetivo, los fariseos tenían dos alternativas: (1) reconocer que Jesús era divino y que había obrado en el poder de Dios, o (2) atribuir el poder de Jesús a Satanás. En su ceguera espiritual, optaron por segunda alternativa. El hombre fue librado de la atadura del demonio, pero éstos quedaron bajo su influencia. La crítica de los fariseos se desarrolla en el cap. 9 especialmente en los vv. 3, 11 y 14, llegando al clímax en el v. 34. Con este versículo, se termina la presentación de diez notables milagros en los cuales se exhibe la misericordia y autoridad de Jesús, el Mesías.
Cuando lleguemos al capitulo 12 de Mateo el Señor va a refutar esta blasfemia de los fariseos.