La mies es mucha:

 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 36Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. 37Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. 38Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.” Mateo 9:35-38.

 

Este capítulo finaliza con un resumen del amplio ministerio del Señor por “todas las ciudades y aldeas”, reconfirmando las múltiples actividades mencionadas al final del capítulo 4. Asimismo hace referencia a la compasión de Jesús por las multitudes “desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”, a pesar de los muchos líderes religiosos en los distintos pueblos. Sólo el Señor conocía las verdaderas necesidades espirituales y mostraba compasión. Ovejas sin pastor habla de gente en peligro y sin recursos para sobrevivir. Jesús vio a las multitudes devastadas interiormente por su condición pecaminosa y sin esperanza. El pueblo necesitaba un conductor como el indicado por Moisés en el libro de Numero: “que salga delante de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduzca, para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor.” Numero 27:17.

 

Ante esa mies tan abundante, Jesús encomendó a sus discípulos rogar “al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”. Jesús no ordena a sus discípulos que oren por los perdidos—aunque ello tiene su lugar—sino que la primera oración debía ser que el Señor envíe obreros. El problema principal que afectó el ministerio de Jesús cuando él enseñaba, predicaba y sanaba en Palestina, es el problema principal aún en nuestros días: la escasez de obreros. De manera que esa necesidad de intercesión prevalece hasta el día actual.

 

La figura de ovejas y pastor se usa en toda la Biblia y el capitulo mas hermosa de esta figura es el Salmos 23:

 

“Jehová es mi pastor; nada me faltará.

          2      En lugares de delicados pastos me hará descansar;

    Junto a aguas de reposo me pastoreará.

          3      Confortará mi alma;

    Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

 

          4      Aunque ande en valle de sombra de muerte,

    No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;

    Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

          5      Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;

    Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.

          6      Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,

    Y en la casa de Jehová moraré por largos días.”

 

 

 

 

 

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